Iba andando por la calle … y un mendigo me paró
Cara a cara la tristeza … las miradas enfrentó
– ¡Tengo ahora sólo frío! … – ¡Nada puedo darte yo!
– No me importa mucho o poco … si quepo en tu corazón
Y en la noche silenciosa … lo que le dije se oyó:
– Mas ni aun vistiendo harapos … se deja de ser señor
¡Tarde supe que el mendigo … no era otro, sino yo!
¡A mí, que me dicen loco … porque busco en la razón!
Quien habla con uno mismo … da al pensamiento voz
No quisiera ser mendigo … pero… ¿cuál de los dos soy?
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